Los aires fríos de las últimas horas del Jueves presagiaban agua. La decisión de que una cofradía no se haga a la calle, por el inminente riesgo de la caída de lluvia siempre será acertada. Así tomó la decisión la Hermandad del Santo Crucifijo, corporación con experiencia en estas lindes y muy precavida para estos temas. Le siguió la Hermandad de la Yedra, con algo de demora, pero teniendo en cuenta el peso que tiene la corporación de la Plazuela. Cuando parecía que todo caería por su propio peso -la Hermandad de las Cinco Llagas también decidió no salir- nos llegó la sorpresa. La Hermandad del Nazareno adelantaba su salida para tomar las calles de Jerez y regresar lo mas pronto posible a San Juan de Letrán, mientras que la Buena Muerte también decidía no hacerse a las calles por el riesgo inminente.
Y la noche fue tan solo de Jesús. Las calles se abrieron para que solo el jerezanismo de la cofradía de Cristina marcara los tiempos en una jugada que casi sale bien. Y les hablo de casi, porque a eso de las seis y media de la mañana, cuando la Virgen del Traspaso surcaba las inmediaciones de la calle Tornería, ha empezado a caer una manta de agua que ha deslucido el tramo final en su regreso.
Con agua y frío, la noche ha sido de Jesús. Mas que nunca.