Alejandro Ivison Castaño.- Hace pocos días se llevó a cabo en Jerez una celebración importante para nuestra diócesis y para la Iglesia, la ordenación de Iván Cote como Presbítero, y de otros tres jóvenes como diáconos. Días después podíamos leer una entrevista que concedía a un medio de comunicación de nuestra ciudad con motivo de su reciente ordenación, en la que había un titular que llamaba poderosamente la atención: “Hacen falta sacerdotes. Hay que analizar porqué no llegan.” A mi, personalmente me llama la atención esa afirmación porque estoy de acuerdo en que es una realidad que cada vez son más escasas las vocaciones, aquellas personas que sienten la llamada de Dios, pero por suerte conozco también esa realidad en otras diócesis donde el número de vocaciones es muy superior al de nuestra diócesis y donde si se ha incrementado en los últimos años el número de sacerdotes.
Si bien es cierto que varias pueden ser las causas de esta escasez de vocaciones, habría que analizar cuales pueden ser esas posibles causas e intentar buscar las soluciones que estén en nuestra mano para solucionar el problema de la falta de sacerdotes que cada vez se hace más evidente en nuestra diócesis.
Desde aquí invito a quien corresponda y a quien quiera a analizar estos problemas y las posibles soluciones que se le puedan dar a esta falta de vocaciones, o a la falta de continuidad de estas vocaciones en nuestra diócesis, y que se haga de una perspectiva seria y responsable y no con inventos como este nuevo programa de televisión llamado “Quiero ser monja”.
La falta de fe’ es entré otras una de las causas de la falta de vocaciones al sacerdocio, porque no se puede dar lo que no se tiene; Tener fe’ es saberse amado por Díos por un amor sin fin,por el que El ha dado su vida por mi,que a pesar de mis grandes pecados ,de mis miserias ,me ha querido hasta la cruz .si uno descubre esto en su corazón y ve que Dios es el Señor de su historia, pasé lo que pase ,entonces podrá ser libre de entregar su vida al servicio de la Iglesia para llevar ese tesoro que ha encontrado a todos los que sufren sin saberse amados por Dios.