La tarde lucía de sol y algunas nubes que adornaba lo mas alto del cielo jerezano. La Exaltación se echaba a la calle a su hora, tirando del fervor que el barrio de la Vid le da a la corporación y con el característico andar en su pasos. A su hora también lo hacía la Hermandad del Cristo, todo fervor y explosión de júbilo en San Francisco, desde donde se espera que sea la última ocasión que salga. Tras la misma, la Unión de Hermandades hacía público que todas las hermandades del Viernes Santo se harían a la calle en este 2018, por lo que se sucedieron las salidas de Soledad, Loreto y Piedad respectivamente.
Y todo transcurría como de costumbre.
Las Viñas llegaba en sus tiempos hasta el palquillo de Aladro, donde debemos recordar que posiblemente sea su último año de ubicación -si los hermanos mayores así lo desean-. Destacar de la corporación que abre esta jornada, la brillantez de su paso de misterio que impacta a todo el que lo contempla, pero además te regala el bello aroma de una dolorosa que con tan solo decir su nombre, te regala el dulzor en su cara.
Loreto es la cofradía de negro de un Viernes Santo, al que quizás le quepa alguna cofradía mas de este estilo. Un cortejo muy hermoso el que nos regalan los cofrades de San Pedro, al que se le une un gran altar de insignias y como no, el llanto de la bella talla atribuída a Juan de Astorga, aderezado por el buen trabajo de la cuadrilla que ayer se estrenaba a las órdenes de Ezequiel Simancas. Sumenle la música que entona la Capilla Musical Kirye Eleison y San Pedro Nolasco. Casi la perfección. Una auténtica delicia.
El exilio de San Telmo no es nada para El Cristo. La Expiración seguirá siendo en Jerez, el grito latente de la devoción mas flamenco que perdura por los siglos de los siglos. Decir El Cristo es decir Jerez y la tarde del Viernes es de El. Aunque también de su madre, la Virgen del Valle que embriaga con su perfume a todo el que pasa haciéndose esclavo de su manto rojo. Especialmente hermoso el encuentro frente al Monumento de las Cofradías entre la propia imagen y la de la Soledad, donde además de muchas cosas, la corporación de San Telmo se adhirió públicamente al expediente de Coronación Canónica de la dolorosa de Fernández Pomar, con la presencia de Monseñor Mazuelos.
Se habrán fijado ustedes que no hemos alterado el orden de ayer en este resumen. Porque para nosotros, el Cristo sigue siendo el epicentro del Viernes Santo que despunta en la Soledad y termina con el Duelo. Una Hermandad de la Soledad que volvió a regalarnos momentos de gran belleza junto a sus dos pasos, magníficamente exornados
Y la belleza de la Piedad, junto a lCristo Yacente que ayer nos mostraba una estampa diferente en su paso, flanqueado por los faroles que también iluminaron al Señor de las Tres Caídas el Miércoles Santo. La sutileza de la talla que cumple este año el 300 aniversario de su bendición, es impregnada por el maravilloso conjunto que forma junto al paso de palio de las Antunez. Una absoluta barbaridad, joya única de nuestra Semana Santa.
Pero el Viernes Santo se deshizo por lo de siempre. Las nubes caprichosas dieron el primer susto de tres minutos, pero fuerte. A la Soledad -que ya retornaba por un itinerario diferente al previsto- le cogió en las inmediaciones de calle Larga-mientras que a Loreto entrando en Eguilaz y la Exaltación saliendo de Tornería. La Piedad reunía a su junta en la Catedral mientras que el Cristo corría presurosamente camino de San Francisco. En una enorme chicotá Loreto se plantó en San Pedro, para dejar paso a la Soledad que comprimió su cortejo en pocos tramos para salir también deprisa hacía la Porvera donde entraba en torno a las doce y media de la noche del Viernes Santo. Poco antes lo hizo la Hermandad del Cristo en San Francisco, mientras que la Exaltación refugiada en Santo Domingo decidió no continuar, al mismo tiempo que la Piedad lo hacía en la Catedral para también regresar el Domingo. Lo haran a las 17.30 horas la primera y a las 18 horas la segunda, tomando el itinerario previsto de regreso, en una propina que nos da esta Semana Santa de 2018.