Cuando allá por el 23 de abril de 1925 el Nuncio de Su Santidad Pio XI -Federico Tedeschini- colocara sobre las divinas sienes de la Santísima Virgen del Carmen, la bella corona de oro que hacía saber acerca de su devoción en nuestra ciudad no se equivocaba.
En torno a la media noche habrán vuelto a repicar las campanas de su Basílica, anunciando un nuevo 16 de julio que este año como todo en nuestras vidas se torna muy especial. La Santísima Virgen no recorrerá las calles de aquella ciudad que la venera como protectora, su presencia no suavizará el calor de la tarde y el aroma de las flores no se fundirá con el del levante que arrecia en la canícula estival.
Pero Ella sigue ahí. Presente y esperándonos. No solo tenemos la suerte de tener uno de los mayores tesoros que nos dejaron nuestras abuelas, sino que además la dicha de su presencia habla de la historia que sigue marcada por el amor a la Madre de Dios.
Y es por ello que seguirán las misas rozando el lleno que marca la nueva normalidad y que se celebrarán como siempre a las 9, a las 10 y a a las 11 de la mañana, para posteriormente a las 12.30 del mediodía celebrar la Función Solemne en honor a la Reina del Carmelo en la jornada de su onomástica. Ya por la tarde a las 20 horas tendrá lugar una última celebración eucarística, acercando mas si cabe a la imagen a todos aquellos que no hayan podido disfrutarla en la mañana.
Debemos hacer saber que el templo basilical, estará abierto desde las 9 de la mañana hasta las 14 horas de la tarde, abriendo nuevamente a las 17 horas y proceder a su cierre tras la eucaristía de las 20 horas para que todos los fieles y devotos puedan venerar a la imagen. Así mismo desde la Comunidad de Carmelitas y la propia Hermandad, se solicita a todos los asistentes aporten como ofrenda un kilo de alimentos que irá destinado a sufragar las necesidades de las familias necesitadas atendidas por Cáritas.