El trabajo en cada una de nuestras corporaciones no se torna en desaliento. La mayor parte de las cofradías han sabido aportar las necesidades propias que han surgido en esta crisis inesperada, que tanto ha dañado en sí a nuestra sociedad.
Desde la Hermandad de la Amargura se ha trabajado de distintas maneras, aportando alimentos, con donativos económicos incluso realizando mascarillas en el momento que hacía falta.
El grupo de mujeres que siempre trabajó en el seno de la corporación se puso manos a la obra para que sus manos pudieran paliar la falta de material en muchos puntos donde hacía falta. De sus manos nacen muchas cosas en la cofradía. Ellas son las que se encargan de mimar y cuidar el ajuar de la Santísima Virgen, que a su vez les muestra el cariño recíproco de una madre que vela por todos nosotros.
Y en gestos tan sencillos como el de cuidar a la Madre de Dios, se torna un nuevo terno salido del propio tacto de aquellas que la veneran con el nombre de Amargura. Un manto y saya en color blanco que servirán para que diariamente la Madre de Dios siga reinando allá por la calle Medina.