Primera fase superada. Las vísperas se fueron sin soñarlas y nos llega la bofetada de realidad que nos da un Domingo de Ramos sin ver como brillan las palmas en San Marcos antecediendo al cortejo de Cristo Rey y su madre la Santísima Virgen de la Estrella en su mayor esplendor tras su reciente restauración. No podremos ver a los nazarenos de la Hermandad de Pasión surcar las avenidas acaloradas desde las playas de la Barriada de Nueva Andalucía. El Arco del Arroyo no acogerá al crucificado joven de la Semana Santa junto su madre la bella Virgen del Perpetuo Socorro. La calle Merced echará de menos al cadente son que llevan los pasos de la Hermandad del Transporte, mientras que las calles de la Albarizuela no se impregnarán del inusitable olor a clavo que desprende la Virgen de la Paz. No tendremos contrapunto con la Virgen de las Angustias, porque el punto sencillamente no existe. No hay. No se desprende.
Ojalá el número de palmas se convierta en realidad de curados ante la cruda realidad que nos está azotando vilmente.