El Miércoles Santo en Jerez se ha convertido en uno de las jornadas grandes de nuestra Semana Santa. Y si tienen algo que objetar o me quieren llevar la contraria, leanme antes de emitir un juicio de valor.
Las calles de la Granja nuevamente recibieron a una cofradía como es la del Soberano Poder, que cada vez se identifica mas con su barrio. Es mas, el barrio lleva en volandas a la corporación durante todo el recorrido, marcando los tiempos entre izquierdos y costeros. En un recorrido tan largo, hay tiempo para mucho. Nosotros nos quedamos con el que siempre se vive en las inmediaciones de la calle Santo Domingo, cuando los mas pequeños tienen su oración ante el Señor.
Como una luz tenue, aparecía el Consuelo por las calles de nuestra ciudad. Con un cortejo singular y medido hasta en las chicotás de los pasos, debemos destacar la belleza con la que iba ataviada la Santísima Virgen por Fernando Barea además del cambio de recorrido, transcurriendo la cofradía de día por su barrio. Ha ganado enteros, aunque dejara retraso en Carrera Oficial. Será cuestión de marcar bien el reloj.
Santa Marta volvió a regalarnos momentos de sabor añejo y rancio durante toda la tarde. Buen trabajo el de la Banda de Música «Nuestra Señora del Rosario» de El Cuervo, que puso sus sones tras el paso de palio de Madre de Dios del Patrocinio, fuerza y afinación. Quizás, echemos de menos un repertorio mas escogido tras un paso de misterio que lleva a Cristo yacente en su traslado al Sepulcro. ¿Se imaginan ustedes a la Borriquita con marchas fúnebres? Pues eso.
El fulgor brillante de la jornada nos lo dejó la Hermandad de las Tres Caídas, con lo que era el estreno de la Semana Santa: la primera salida del Cristo de la Salud. Tras el Señor Caído, como siempre el río humano de personas que arrastra la talla de Ramón Chaveli, nos daba paso a la escena en la que se nos mostraba la sobriedad de un crucificado que yacía poderoso como bandera humana. El culmen lo ponía la Santísima Virgen de los Dolores, arrastrando la dulce pena, que solo se puede contemplar ante esta bella imagen.
Con la Amargura llegan las emociones y los recuerdos de todo lo apasionado que puede ser el día. ¡Qué decir de esta cofradía a su paso por las inmediaciones de la calle Naranjas! Mejor, solo decir una cosa: impresionante.
Y el culmen lo pone el Prendimiento que como dice la letra » En Santiago tiene las llavecitas del firmamento». Nadie, absolutamente nadie, puede resistirse a los encantos del Señor que quizás pueda incluso ensombrecer el caminar de su madre, pero quien a Desamparo espera no se va con las manos vacías. Se lleva el arropo de una madre que con su manto acoge a todo el que se acerca a Ella.