Comenzamos hoy un serial que quiere hacer un repaso, a las piezas que forman parte del ajuar de todas las imágenes que participarán en la procesión Magna Mariana y que nos servirá para conocerlo de manera mas profunda, destacando el enorme patrimonio que de alguna manera pasará más desapercibido pero que cuenta con un valor incalculable, en un trabajo que cuenta con la colaboración de nuestro compañero José Antonio Román Holgado.

EL PUÑAL DEL MAYOR DOLOR

El incalculable valor que desprende la talla de Ignacio López fechada en 1680, no se entendería sin su característica puesta en escena donde destaca la particular posición de sus manos en un claro gesto de desasosiego y pesadumbre ante la cruel condena de Jesús. La remarcada escena la culmina un puñal que evoca el verdadero dolor de una madre tal como hizo referencia el anciano Simeón su profecía, representando una iconografía donde el Evangelio de San Lucas es fundamental: «Mira, éste ha sido destinado para ser caída y resurrección de muchos en Israel, y como signo de contradicción –y a ti misma una espada te atravesará el alma-, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones”.

En el caso de la dolorosa jerezana, no la entenderíamos sin esta espada, que atraviesa su pecho y que está conformada por oro y platino como materiales básicos, en una ejecución de joyas que unen cinco piezas: una pulsera, sortija, broche y juego de dos pendientes pertenecientes a una devota de la dolorosa quien donó este juego de complementos en 1872 tras casarse.

Fue en el año 1912 cuando quién fuera Hermano Mayor,Federico Rivero O’Neale mandara confeccionar la obra, teniendo en cuenta que la hoja es de cristal de roca.

Está claro que hablamos de una pieza de incalculable valor, artístico y económico que además forma parte del exquisito conjunto de la hermosa imagen como un elemento característico.