En el siglo de oro de nuestra ciudad, donde Isabel II visitaba La Cartuja seguida muy de cerca de un monje que visualizaba los pasos que daba su Alteza Real para ir marcando una tras otra las piezas de mármol que estaban en el suelo para su posterior cambio, donde el vino era el motor de nuestra economía y donde las grandes familias bodegueras se gastaban los reales y pesetas en grandes Palacios.
La Iglesia de San Miguel fue restaurada en dicho siglo habiendo costeado la obra su barrio, quizá si Santiago hubiese sido restaurada de la misma forma y al mismo tiempo quizá no se hubiese llevado el mejor de los nacidos con sus manos morenas prendidas fuera de su casa.
Las Iglesias de Jerez siempre, debido a la historia que tienen, han tenido que ser intervenidas en varias ocasiones ocasionando alguna que otra el cierre de sus puertas.
Santiago es el último caso, pero también, San Dionisio, San Juan de los Caballeros entre otros.
Actualmente, la iglesia que se encuentra con sus puertas cerradas – y todos sabéis bien – es la Ermita de San Telmo, casa donde habita la Hermandad del Cristo de la Expiración.
Una obra, que quizá hace unos quince años era algo sencillo y rápido de elaborar ya que la administración a base de golpe de talonario y de casas de Hermandades tenían a los cofrades contentos.
Este año la Hermandad anteriormente mencionada ha tenido que salir de la céntrica iglesia de San Francisco situada en Plaza Estévez. Posiblemente les haya venido bien entrar en esa bendita casa pero todos sabemos de sobra que cusndo la casa no es tuya, por mucha confianza que haya, te cuesta trabajo hasta de entrar en el cuarto de baño.
Las obras – si lo pregúntele a un arquitecto que seguro que sabe más que yo de esto – requieren de muchísimo tiempo pero este sólo se hace más ameno y rápido con el señor dinero, pero como todos sabéis no hay ni para aspirinas.
«Ojalá acaben ya la obra» decía ni madre y solo era un cuarto de baño, imaginaros y poneros en una Junta de Gobierno que intenta buscar un euro en unas circunstancias en las que se convierten extremadamente difícil.
La economía doméstica de las familias es para llegar a fin de mes y a Dios gracias que unos llegan porque otros ni comienzan.
La administración pública, están contagiados de una especie de virus anti-clerical que genera cada vez se propaga entre el pueblo. «Que si hay muchas cofradias en la calle», «que si los ensayos molestan el tráfico» etc
Son los primeros que saben que las Iglesias son un atractivo más de nuestra ciudad, además del vino, las bodegas, las motos, la feria… Que un turista entre en una iglesia, genera economía, porque quizá al salir le han entrado ganas de comprar una botella de agua y la compran en la confitería o kiosko más cercano o simplemente se paran para almorzar en el bar que está a la vuelta de la esquina.
¿Quizá deberían de cuidarnos un poco o simplemente por un puñado de votos más y aliarse con el diablo y olvidarnos o dejarnos en la estacada?
Opinen ustedes mismos.