Hubo una época en la que ser joven y aparecer por tu hermandad no era algo tan agradable como ocurre hoy en día. Los mayores que habitaban en ellas, miraban con recelo al jovencito que entraba por la puerta trayendo una bocanada de aire fresco de ideas nuevas que podría hacer tambalear la idiosincrasia que hasta entonces imperaba por mucho que esta estuviera cogiendo olor a rancio y bolitas de alcanfor.
Los jóvenes se reunían a modo del Club de los Poetas Muertos para comentar, aquellas nuevas ideas que habían visto en una visita a Sevilla en el coche que uno de ellos había pedido prestado a su progenitor, a escondidas repasaban besamanos, altares de cultos, bordados, orfebrerías, altares de insignias, etc.,…
Cuando uno de los no tan jóvenes descubría como esas sesiones , podía turbar la paz y sosiego de aquellos que ya sentados en la poltrona del poder, dejaban en estos una señal a modo de Hommer Simpson en su ya mítico sofá, se armaba un revuelo y se daba la voz de alarma, al grito de ¡los niños están conspirando!
Los que tuvimos la suerte, cuando empezamos nuestro caminar por nuestras cofradías, de ser bien acogidos, nos creemos que eso fue así per secula seculorum. Sin embargo; debemos agradecer a aquellos, el esfuerzo y entrega que hicieron por amor a su hermandad y que abrieron puerta y allanaron caminos, ganándose la confianza de sus mayores y eliminando prejuicios para generaciones venideras, hasta tal punto que la juventud se considera un input esencial para el día a día y el futuro de nuestras corporaciones.
El futuro de aquellas generaciones es el hoy de nuestras cofradías y son tan el presente que incluso aquellos «conspiradores» son ahora miembros de Cabildos de Oficiales, Hermanos Mayores, pertenecen al Consejo, etc.,…Ellos tiene en sus manos el futuro de la Semana Santa de Jerez, frente a lo que otros deseaban, quisieron impedir y es una realidad desde hace más de cinco años.
No es la primera vez que ocurre esto. Las hermandades ya abrieron sus puertas y prefiriendo echarse una «rebequita» por los hombros, en el también joven Consejo de Pedro Pérez y dejaron que el aire fresco inundara la casa de la Plaza Peones, como ya ocurría con las suyas. Incluso me atrevería a decir que los resultados de aquel Consejo «empujaron» al pleno a decidirse por Dionisio y los suyos. Los cofrades es la segunda vez que prefieren, nuevas formas de gestión y comunicación, de hacer y deshacer, en definitiva nuevas formas. A ver si algunos captan el mensaje, porque ya los niños no conspiran, -y el que sepa, que acabe la frase-…
Para aquellos que empezaron a viajar poniendo sus miras en otras Semana Santas; que fueron pioneros en ser costaleros más allá de nuestras fronteras; iban a ver besamanos más lejos del peaje de la AP-4; soñaron nuevas ideas; enseñaron a otros todo lo que habían aprendido en otras tierras; y abrieron puertas de par en par en las casas de hermandad, les dedico este, mi primer artículo.