La naturaleza. Ese sendero que puso Dios al hombre para cuidarla y amarla, para recrear en ella la felicidad del ser humano ante la falta de sentido que se genera en los minutos, donde el ser humano camina hacia la verdad final que nos ofrece Jesucristo Resucitado.
Y es que sin la llaga en el costado de Cristo, nada tiene sentido. Aunque la Cruz no haya sido Cruz en tiempo de cofradías, debemos pararnos a reflexionar sobre lo verdaderamente importante: Dios.
¿Que quiere Dios de nosotros hoy? ¿Qué nos pide ante el planteamiento de tanta virulencia en nuestras vidas? ¿Que nos pide a los cofrades?
Probablemente no nos hemos dado cuenta de que Dios nos habla en el día a día y de alguna forma, nos ha tenido que zarandear ante el pasotismo que le mostramos, aunque no deben de pensar ustedes que esto es un castigo divino. Lean la situación como debe de ser, centrarnos en lo verdaderamente importante.
En esta Semana Santa donde los embalses se han llenado y la lluvia ha sido el verdadero don cofradiero durante prácticamente siete días, debemos recordar algo que a muchos se le ha olvidado: las hermandades debemos de ser más HERMANDADES y menos COFRADIAS.