José Ángel Ferrer García.- Imaginemos que nos encontramos en el París de finales de la década de los 80 del siglo XIX. La ciudad del amor en una de esas flamantes y ordenadas calles que nacieron de las mentes de Napoleón III y Haussman, algunas de ellas poseen un alumbrado de gas que poco a poco está siendo reemplazado por el alumbrado eléctrico, los parisinos y media Europa miran expectantes al acontecimiento que marcará un antes y un después en dicha ciudad, hablamos de la Exposición Universal de 1889, justamente 100 años después de la Revolución Francesa.
Dos años atrás, los vecinos de la bella París observan que un arquitecto de apellido Eiffel, está construyendo una especie de monstruo de hierro y acero que él denomina “torre”. Las críticas de los arquitectos estaban a pie de calle, en los diarios, en los cafés más glamurosos y rimbombantes del momento; pero nadie se esperaba que al acabar dicha Exposición Universal, la alcaldía de la ciudad quisiera desmontarla porque no se fiaban de si ese invento podría perdurar en la posteridad. La gente se lanzó a la calle ya que ese gigante de acero le gustaban aunque no entendiesen mucho y antes lo hubiesen criticado.
Así pues hoy -Dios mediante- viernes 23 de Octubre del 2015, podemos visitarla y hacer algún que otro “selfie” en los jardines que engalanan sus inmediaciones.
¿A qué viene esto? Preguntaréis. ¿Este chaval se estrena contándonos una pequeña reseña del París más bello vivido hasta la época o simplemente ha querido meter un anglicismo en una web cofrade? La respuesta es bien sencilla:no.
Justamente hace tres días se desvelaba cuál iba a ser el cartel de la Semana Santa de Jerez de la Frontera del 2016, que a Dios gracias, después de tomarnos unos huesos de santo, dos copas de oloroso, un par de mazapanes, doce angustiosas uvas debido a los treinta y seis segundos que nos dan para tomarlas, abrir el paquete de calzoncillos que nos regala nuestra querida abuela, escuchar a los «jartibles» cofrades comentar las coplas de Antonio Martín o de Martínez Ares cantadas en el interior del teatro con ladrillos “coloraos” nos encontraremos en la tan ansiada Cuaresma.
Volviendo al tema, en la calle se ha escuchado de todo desde “que oscuro” a “anda que se han lucido” pasando por ”¡que mamarracho!” y terminando con un poco de guasa “le pondrán al menos unas letritas de un color claro”. ¡Ay! Si Platón levantara cabeza y escuchara estos comentarios no sabría si estaría en Jerez o en la mismísima Atenas, nótese el tono irónico, que le doy a los maestros liendres de esta ciudad.
¿Habéis estudiado fotografía para saber la complejidad de obtener dicha instantánea? ¿Sois capaces de sentir lo que ha querido captar el fotógrafo?
Es muy fácil cuestionar el trabajo que uno no ha hecho, y desde luego es más fácil aún desprestigiarlo y se atreverse decir “ESO LO HAGO YO”.
Lo mismo ocurrió en su día con Picasso, con Monet, o el mismísimo Miguel Ángel, años posteriores pudieron empaparse de su estilo artístico pero no fueron los precursores ni se le encendieron la bombillita que tenemos en la cabeza que más de uno, aunque bien es cierto que por desgracia nunca se le habrá encendido, ni se le encenderá jamás al estar fundida.
Hablo de obras pictóricas con facilidad. Pero díganme, en este mundo, de las cofradías, aparte de Don Juan Manuel Rodríguez Ojeda -como por ejemplo visible coincidiendo con la salida extraordinaria por su 450º aniversario de la publicación de sus estatutos, ya que la hermandad lleva a las espaldas aproximadamente 600 años de vida- a Nuestra Señora de la Hiniesta cuando la vistió de hebrea, o el manto de la camaronera de la Macarena, o la túnica de tisú de oro sobre bordados de oro del Gran Poder, creo que muy pocos pudieron imaginar una semana santa más alla de la afincada en el siglo XVIII.
Todo está inmerso en la crítica y en las malas palabras, un fotógrafo profesional, como lo es Antonio José Román Macías, porque seguro que en sus los ajustes de su cámara no está activado el modo “AUTO” como en el 90% de las cámaras de fotografías de los cofrades jerezanos, y de algo se caracteriza un buen fotógrafo, es de captar en una sola imagen: ternura, amor, odio, repulsa y un largo etcétera.
Usted -bajo mi humilde opinión-lo es, porque nadie gana un concurso como al que usted se ha presentado, nadie estuvo en ese preciso momento para captar dicho instante y casi poniendo la mano en el fuego: nadie tendrá la valentía y la osadía de decirle a la cara que su fotografía es mala.
Desde estas líneas quiero darle mi más enhorabuena al autor del cartel de la Semana Santa de Jerez del 2016, por su maravillosa fotografía ya que aún existen paladares que podemos diferenciar cuando es un buen café lleno de sabor y aroma a un “aguachirri”, que solamente te ayuda a que tu tránsito intestinal funcione de una manera más rauda.