Olvidando el pareado que he conjugado en esta particular atalaya de palabras que se abre de manera esporádica en este rincón virtual, me atrevo a divagar sobre la gran sapiencia de aquellos que en esta sociedad solo se acuerdan de las hermandades para los que le da la gana.
Siguiendo la secuencia de hechos acaecidos durante el fin de semana, hemos visto como la actitud sibilina e insensata de los que se creen que tienen todas las de la ley, ha atacado a una corporación que como saben, pretende hacer caja para que todos sus hermanos tengan un chalé en la Barrosa y poder vereanar con todo tipo de lujos durante el próximo periodo estival.
Creía el susodicho que denunciando ante el ruedo de las redes sociales, iba a someter a escarnio público la actitud de la Hermandad del Nazareno, poniendo en la boca del plan hostelero jerezano, el malestar por el montaje de una barra que de manera asalvajada bifurcaba la inhóspita y triste situación de su establecimiento hostelero situado a unos escasos cuatro kilómetros de distancia.
¡Toma del frasco carrasco! Que si pretendían estos, encontrar una actitud chulesca e impertinente por parte de la cofradía, le ha salido el tiro por la parte baja de la pistola, ya que dice el refrán que «una retirada a tiempo es una victoria».
La Hermandad del Nazareno, una institución con la solera de las barricas que se guardan en las botas jerezanas, ha demostrado tener la clase de la que algunos carecen.
¡Ah y otra cosa! No metamos a todos en el mismo saco por favor, que hay gente encantadora en todas partes.