La fugacidad de los momentos que se viven en la Cuaresma, nos dejan ese regusto cuando además se disfrutan de manera intensa.
Pasaba eso el pasado viernes por los alrededores de Santiago, cuando pudimos disfrutar de la inmensidad del Cristo del Calvario alzado cuan bandera, recordando estampas añejas evocadoras de tiempos pasados y plasmando lo que puede ser el futuro.
Pedimos mucho los cofrades, pero sería un éxito total y absoluto que está imagen volviera a hacerse a las calles en el futuro del Sábado Santo.