El sabor a barrio se mezcla con lo añejo en la tarde del Lunes Santo. Ese es el aroma que se puede degustar en esta jornada de la Semana Santa, donde dos barrios se funden para confluir en el centro de nuestra ciudad. Tan distintos y tan parecidos.
La Candelaria nos dejaba instantes para el gozo en muchos momentos del recorrido, destacando la grandiosidad de su paso de misterio y en su paso de palio, el bello rostro aun mas resplandeciente de la Santísima Virgen de la Candelaria tras su restauración, unido al buen hacer de la cuadrilla que comanda Manuel Jaén Vargas -al que agradecemos siempre que se acuerde de los medios de comunicación- nos trasladaron hasta la misma puerta de la gloria.
La Paz de Fátima sigue asentándose en la tarde-noche del Lunes Santo como una cofradía grande. Sigue sumando en su cortejo y en su paso de misterio, que cuando esté completamente terminado será una obra espectacular, tanto como lo es el bello rostro de la Santísima Virgen del Refugio, que deslumbraba en todo momento con el brillo de sus ojos.
San Marcos volvió a trasladarnos hasta las mismas puertas del cielo, junto al Señor de la Sagrada Cena y sus imponentes andares. Grandioso venía también su paso de palio, un ascua de luz que emanaba Paz.
Amor y Sacrificio nos mostró la inigualable seriedad de una corporación que marcará siempre su seriedad ante la serena mirada de la dolorosa de Carlos Monteverde. Momento especialmente hermoso el transcurrir por las inmediaciones de San Miguel.
La Viga es aquella de las corporaciones que se sostienen en la sobriedad que marcan sus titulares. Especial mención debemos hacer al estreno de la Virgen, que venía ataviada con un manto brocado muy peculiar. Al mismo tiempo también se estrenaron los faldones del paso de palio.
LO MEJOR
Lo mejor de la tarde fue contemplar a Santa María de la Paz y Concordia, con la mesura que merece ese paso de palio. Enhorabuena a la corporación.
LO PEOR
La gente no sabe ver cofradías. En algún momento dudamos que vayan incluso a verlas. Respeten los cortejos.