José Ángel Ferrer García.- Pongámonos en situación. Sevilla, siglo XX, década de los años 40. Inmersos en una posguerra donde la falta higiene y el hambre -entre muchas otras cosas- eran el pan de cada día de muchas personas. En los muelles de Sevilla trabajaban hombres que cuando veían acercarse la Semana Santa hablaban con el encargado de la obra para que le buscase algún que otro paso y de esta forma ganar un jornal extra y poder llevarlo a su casa.
«Si te llevo a la cofradía del jueves y te adelanto 100 pesetas me tienes que prometer que vas a venir a trabajarme en la madrugá y el viernes» ,dice su capataz anotando en un papel que uno de sus trabajadores en el muelle también se iba a convertir en un peón suyo bajo las trabajaderas
«125 y te llevo el paso en la desarmá» ,insiste el trabajador que tiene una complexión casi raquítica por no comer en varios días para dárselo a su familia.
«De acuerdo, mañana te traigo las 125 pesetas y el contrato que hemos acordado», finaliza el capataz aliviado y pensando que debajo del paso de palio ya por lo menos son 10.
Esa situación se repetiría en diferentes lugares de la bella Andalucía, incluso aquí en Jerez con gente de las bodegas que se metían entre pecho y espalda 6 cofradías a la semana para llevar un mejor porvenir -de manera temporal a su casa-.
Con la aparición de los hermanos costaleros fue apartando de manera paulatina la labor que los profesionales hicieron en nuestras cofradías, provocando un alivio para las arcas de las hermandades pero también un drástico descenso de costaleros.
Décadas después, las hermandades vieron que los pasos se llenaban y a algún que otro tesorero no se le ocurrió otra magnifica idea que proponerle a los costaleros el contribuir con los gastos que supone sacar la hermandad a la calle. Muchos se opusieron a esta idea pero otros se quedaron y pagaron.
Esta misma semana ha vuelto a ocurrir en una cofradía del Miércoles Santo, la Junta de Gobierno ha decidido la implantación de papeleta de sitio a TODOS los costaleros, sean de la casa o de aquellos que vengan de la calle.
Soy de los que piensa y opina que un costalero no debe pagar papeleta de sitio, vaya al sitio en el que vaya, todos sabemos que sacar una cofradía a la calle supone unos gastos, pero ¿tanto repercute en las arcas de una hermandad el dinero de un costalero? ¿No debería de preocuparse más la Junta de Gobierno por unificar la cuota anual junto a la papeleta de sitio?
Aun existen hermandades que cobran de manera separada. ¿Qué pasa? ¿Qué el Hermano que no viste la túnica no debe de sufragar los gastos? No me parece que por un hermano que tiene toda la obligación de vestir una túnica, debamos de pagar “justos por pecadores”
Creo que no es justo que los costaleros paguen lo que la cuota de hermanos deban de sufragar, incluso las Juntas de Gobierno, se deben de mover e idear hacer más cosas antes de pedir a un costalero “de la calle” pague una papeleta de sitio.
“Sardiná” “Caracolá” “Berza””Meriendas””Fritás de pescaito” y un algo etcétera que muchas hermandades idean para hacer sufragar los gastos de su correspondiente salida procesional a la calle.
Una semana más me sumo en la segunda semana de Adviento a hacer una pequeña reflexión, pienso que esta semana es la semana de la solidaridad, de ponernos un segundo en el pellejo de aquellos que no tienen y no pueden, derrochemos lo que nos sobra, sea más o sea menos – en la medida en la que podamos – y nos acordemos una vez más de aquellos que no tienen y no pueden.