Alejandro Fernández.- Si tuviera que elegir un día del año donde rebobinaría todo de manera constante sería este. Las sensaciones de las cinco cofradías que procesionan en la Noche de Jesús nos hacen disfrutar del verdadero sentido que buscamos los cofrades durante el resto del año. Ha sido una Madrugá muy fría con temperaturas muy bajas, pero que desde el primer momento ha ofrecido llamaradas de calor a la luz de nuestros titulares. El Santo Crucifijo como siempre nos regaló instantes para paladear serenamente buscando incluso muchas veces ese momento en el que el público desaparece y te encuentras solo ante la portentosa imagen del crucificado que no muere, sino duerme. Las Cinco Llagas demostró la entereza de una cofradía con tablas bastante asentadas, lo tienen todo. El Nazareno puso ese toque que huele a Jerez en la noche que lleva su nombre, que hermoso resulta ver a esta cofradía cuando regresa por calle Larga. La Buena Muerte vuelve a hacer que el sexto sentido que todos llevamos, te fluya por el cuerpo: romanticismo puro y duro el caminar constante de estos nazarenos de ruán. Y para terminar la Esperanza. La que con su mirada lo llena todo. Desde el primer minuto, la Virgen te eclipsa con su mirada para petrificarte en el acto, la mañana es distinta porque el aroma de la Plazuela no es otro que de Esperanza.