Han sido muchas las fórmulas las empleadas por la Hermandad de la Piedad durante los últimos quince o veinte años, para que el paso con Cristo Yacente simplificara la dignidad resuelta en notas musicales. Desde la capilla musical hasta banda de música -el último método empleado, que venía funcionando con la Banda Municipal de Ubrique como protagonista- pasando por las estridencias -clásicas eso si- de las cornetas y tambores. Hubo años que la extinta Banda de Música de la Fundación Alcalde Zoilo Ruiz Mateos se prestaba a dividirse para con los dos pasos de la cofradía. Debemos recordar que un año, visualizamos un peculiar grupo de tambores destemplados tras la urna de Juan Laureano de Pina.
Han sido muchas las formas, las empleadas para que la música esté presente en el entierro de Cristo, que este año vuelve a centrarse en el silencio de la contemplación. Fuera atisbos de lo empleado con anterioridad, todo fluye en el punto inicial que nos lleva hasta la necesidad imperiosa de la reflexión.
Eso sí, el paso del duelo seguirá a acompañado por los sones de la Unión Musical Astigitana, acordes con el estilo de una cofradía que nos habla de rancias historias que cada Viernes Santo, se pierden calle Taxdirt arriba.