Aunque es un tema que quizás algunas corporaciones lo dejen de lado, otras se preocupan por mantener parte de un patrimonio que vemos continuamente pero al que probablemente no se le preste la importancia que posee.
Hablamos de los escudos de las cofradías. Aquellos que representan y plasman los fines de un colectivo de manera milimétrica y representativa, dando lugar a una secuencia estable de corporativismo.
En los últimos tiempos, bien es cierto que el estilo de estos escudos heredados en los años y donde artistas como José Luis Torres -del que podríamos hablar otro día- tiene un puñado de culpas adheridas al establecimiento de los mismos.
Y el cuidado de la heráldica, que es el tema que queremos tocar, nos trae hasta la actualización y mejora de los que establecen dos de nuestras corporaciones penitenciales.
Por un lado, tenemos el escudo de la Hermandad de la Salvación. La corporación del Martes Santo encargó al artista cordobés Manuel Vaquerizo Bello, la restructuración de su escudo así como la digitalización del mismo.
Por otra parte y sin irnos del Martes Santo, encontramos el caso de la Hermandad de la Clemencia. La misma ha recibido una donación realizada por un hermano, de la mejora e iluminación del mismo, trabajo que ha sido realizado por el jerezano José Miguel González, completando el trabajo que inicialmente realizara Nuria Hurtado y prosiguiera Pedro Palenciano.