Querida Elena; querido colegio,
Llegó septiembre. Tiempo de nuevos proyectos, de ilusiones renovadas, de firmes propósitos. De esperanzas, al fin y al cabo.
El privilegio de haber nacido, o de vivir en esta bendita tierra, nos regala una preciosa metáfora de todo lo que “nace” en septiembre: la pisa de la uva. Con esta hermosa tradición, Jerez celebra el nacimiento del primer mosto, símbolo de todo un proceso lleno de esfuerzo y de trabajo.
Si ambos factores son la base sobre la que cada persona, cada organización afronta los retos de cada nuevo curso, las circunstancias que vivimos desde hace unos meses nos obligan a redoblar ese trabajo y ese esfuerzo en todos los ámbitos de nuestras relaciones interpersonales.
Fuimos muy conscientes de cómo a mitad de marzo, el confinamiento os obligó a adaptaros en tiempo record a una situación completamente nueva, con todo lo que eso conlleva. Hoy también tenemos muy presentes el cariño, el denuedo, los desvelos, las preocupaciones y las muchas horas de análisis y planificación que habéis dedicado para que la vuelta al colegio sea lo más segura posible.
No quiero dejar pasar la oportunidad de transmitirte, en las horas previas a la apertura de las puertas de una institución tan querida para nosotros, y en nombre de la corporación que me honro en presidir, nuestro aliento y nuestro apoyo más sincero. Queremos manifestaros a través de estas líneas que la Hermandad de la Defensión está con su colegio.
Mañana a las doce horas, rezaremos el Ángelus de forma corporativa – cada hermano desde donde le sea posible, domicilio o lugar de trabajo – poniendo en Manos de María Santísima de la O a toda la comunidad educativa de la Compañía de María y a todas las personas que la hacen posible: padres, alumnos, profesorado y equipo docente, equipo directivo, administración, personal de limpieza y mantenimiento, servicios auxiliares, etc.
Dios quiera que volvamos a vivir un mes de la Virgen con la hermosura y el carácter festivo que envuelven al colegio en torno a su fundadora y a Nuestra Amantísima Madre. Cuánto deseamos que a finales del próximo mes de mayo, los primeros rayos de sol de la mañana iluminen el rostro de María y Ella pueda escuchar de nuevo el tintineo de esos angelitos que la reciben en la calle “Compañía”.
Mientras mantenemos vivas e intactas esas ilusiones, y en el convencimiento de que Santa Juana de Lestonnac está velando por todos sus hijos, rogamos al Santísimo Cristo que sea vuestra Defensión en esta hora crucial. Y pedimos a su Madre, María Santísima de la O, que sea hoy, más que nunca, Esperanza de los niños.