La ciudad vivió el fin de semana con intensidad en el plano cofradiero, que se ha asentado prácticamente en la normalidad absoluta que de manera paulatina nos ha ido ofreciendo está desescalada de la situación pandémica en la que nos encontramos.
En la tarde del sábado la Virgen del Consuelo recorrió las inmediaciones de su barrio del Pelirón para celebrar el veinticinco aniversario de su bendición. La tarde se desarrolló en un tono festivo dentro del colectivo del Miércoles Santo, puesto que a la salida le precedió una misa de campaña que presidió el obispo de la Diócesis Monseñor Rico Pavés quien también bendijo y colocó la primera piedra de la futura sede de la cofradía que se sitúa en la confluencia de las calles Roma y Bruselas justamente a la espalda de donde habitualmente se sitúa el estable de los «burritos», en una zona cercana al Estadio Municipal de Chapín.
Los sones de la Banda de Música de «El Saucejo» acompañaron el discurrir de la dolorosa de Pedro Ramírez Pazos por las «batallas» que forman el entramado de las calles que se sitúan en esta entrañable zona jerezana. Numeroso fue el público que acompañó en todo momento a la comitiva que contaba con la novedad de portar a la Virgen en un paso por costaleros mandado por Ezequiel Simancas y su equipo.
La mañana de domingo se tornaba dudosa (climatológicamente hablando) por lo que la Hermandad de las Tres Caídas anunciaba que la eucaristía que se iba a desarrollar para homenajear a las personas que habían participado en el proyecto «Costaleros por nuestros mayores», se trasladaba hasta San Juan de los Caballeros por lo que la Virgen de los Dolores hizo acto de presencia en las calles para buscar el vecino templo, no sin antes visitar a Madre de Dios del Patrocinio y al Señor de las Penas en San Mateo. La corporación ha trabajado intensamente durante la semana, para entronizar a la dolorosa en unas andas distintas a lo habitual, puesto que para ello se utilizaron las cedidas por la Hermandad del Rosario de Montesión adaptando el palio de respeto de la Hermandad de la Vera Cruz a las mismas además de multitud de detalles que formaban un conjunto distinto con un exorno floral que destacaba intensamente por su color. La Banda Municipal de Gerena fue la encargada de poner sus sones tras la talla hasta su llegada a San Juan, pero tras los actos celebrados la lluvia hizo acto de presencia cuando el palio se hacía a las calles, lo que hizo que los cofrades retrocedieran nuevamente al histórico templo para regresar ya por la tarde al Santuario San Lucas sin acompañamiento musical.
Fue también el día de los regresos, puesto que por una parte el Señor de Humildad y Paciencia se hacía presente en la Iglesia de la Trinidad mientras que el Cristo del Perdón hacía lo propio en la Ermita de Guía tras las labores de restauración ejecutadas por los talleres de «S&S Restauraciones» teniendo una magnífica acogida por el público general en un trabajo que ha sido bastante intenso en los dos casos.
La guinda la puso el Redil Eucarístico de la Divina Pastora de las Almas que se hizo a las calles tras el parón obligado por la pandemia. La bella imagen de Capuchinos, se dispuso en las andas pertenecientes a la Hermandad de la Clemencia y recorrió un itinerario distinto al habitual para cuidar las recomendaciones sanitarias actuales. Eso sí, no faltó la música que puso como viene siendo habitual la Agrupación Musical San Juan adherezando con plegarias dedicadas a la propia imagen el coro «Gloria Bendita».