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«El Sueño de aquellos niños…» por Ángel Heredia

Hace treinta años, éramos solo un grupo de niños llenos de sueños e ilusiones. Éramos jóvenes, con más entusiasmo que experiencia, pero con un deseo que ardía en nuestros corazones: queríamos que el barrio de San Benito tuviera su hermandad. No teníamos claro cómo lograrlo ni qué camino seguir, pero sabíamos que era posible. Confiábamos en que el Señor abriría el sendero.

Aquel sueño comenzó a tomar forma gracias a la confianza de dos grandes hombres: nuestro querido párroco, D. Francisco González Cornejo, y el obispo D. Rafael Bellido Caro. Fue él quien, el 8 de diciembre de 1993, bendijo al Santísimo Cristo de la Clemencia, marcando un hito no solo para nuestra hermandad, sino también para la historia de Jerez. Por primera vez en más de 30 años, nacía una nueva corporación, iniciando un nuevo capítulo en la piedad popular de nuestra ciudad.

Recuerdo los primeros años como una mezcla de aprendizajes y desafíos. Muchos de nosotros, todavía inmaduros, no comprendíamos del todo las enseñanzas de D. Francisco. Sin embargo, con el tiempo, aquellas palabras, que a veces parecían demasiado exigentes, se convirtieron en el mapa que nos guiaba. Fue una lección que nos acompañó siempre: no se puede construir nada sólido sin esfuerzo, sin sacrificio y sin un propósito claro.

A lo largo de estos 25 años, la Hermandad ha vivido momentos inolvidables. Uno de los más emocionantes fue nuestra participación en la Procesión Magna del año 2000. Sentir que formábamos parte de un evento tan importante nos llenó de orgullo y responsabilidad. Luego, llegar a la Carrera Oficial fue la culminación de un sueño que simbolizaba el reconocimiento al esfuerzo de toda la Hermandad.

Pero quizás lo más hermoso ha sido el crecimiento en nuestro barrio. Hemos sido más que una hermandad de procesión, hemos sido una familia, un refugio para quienes buscaban a Dios en la vida parroquial en San Benito. Momentos como la tan esperada salida procesional de María Santísima de Salud y Esperanza, bajo su palio, han quedado grabados en la memoria colectiva como ejemplos de lo que puede lograrse cuando la fe y el trabajo se unen.

Sin embargo, la vida no es solo una sucesión de alegrías. Este 25 aniversario, que debía ser un tiempo exclusivamente de celebración, también ha estado marcado por el desencuentro y el conflicto dentro de nuestra Hermandad. Ha sido una etapa difícil, donde las diferencias han puesto a prueba nuestra unidad y nuestra fe. Pero incluso en estos momentos oscuros, he sentido la mano de la Providencia.

El Señor nos enseña que no todo en la vida son risas y tiempos felices. A veces, desde el dolor y el sufrimiento, nos llama a reflexionar, a crecer y a transformarnos. Esta prueba ha sido un recordatorio de que somos humanos, falibles, y que la Hermandad no es un proyecto perfecto, sino una obra en construcción. La Clemencia no solo nos define como nombre, sino como una virtud que estamos llamados a practicar entre nosotros, especialmente en los momentos difíciles.

Pero no puedo evitar sentir esperanza. Hoy, bajo el liderazgo de David, nuestro nuevo hermano mayor, y su junta de gobierno, la Hermandad está dando pasos hacia la reconciliación y la renovación. He visto en ellos una disposición sincera para curar las heridas, para aprender del pasado y para mirar al futuro con confianza. Están impregnando a la Hermandad de una nueva vida, guiados por la certeza de que, con la ayuda de Dios, podemos superar cualquier obstáculo.

Estos 25 años nos han enseñado que incluso en el dolor podemos encontrar propósito, que las pruebas son parte del camino y que, al final, siempre hay una oportunidad para renacer. No puedo estar más agradecido por haber sido testigo de este viaje, de ver cómo aquel sueño de niños se ha convertido en una realidad que sigue creciendo, inspirando y transformando vidas.

Que el Santísimo Cristo de la Clemencia y María Santísima de Salud y Esperanza sigan guiándonos, y que, como Hermandad, nunca dejemos de aprender, de crecer y de confiar en los planes de Dios.

¡A por otros 25 años, mi querida Hermandad de la Clemencia!

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