La jornada del Domingo de la Santísima Trinidad volvió a vivirse, 44 años después, con especial intensidad en el viejo arrabal de Santiago; y fue todo gracias a la labor de la Hermandad Sacramental de Santiago que recuperó para nuestra ciudad el olvidado Corpus de la Parroquia del Patrón de España.
Todo comenzó con la Sagrada Eucaristía a eso de las nueve y media de la Mañana y que concluiría con la esperada presencia de su Divina Majestad por las calles del barrio. En torno a las once menos diez de la mañana se abrieron las puertas de la Capilla del antiguo Asilo de San José para dar paso a un coqueto cortejo presidido por un lábaro sacramental de estreno y en el que no faltaron representaciones de algunas hermandades de la Parroquia como fueron las del Transporte y Amor, así como la del Prendimiento y Buena Muerte, compañeras de sede. No faltaron tampoco la Soledad y el Rosario, aunque de una forma más escueta. Tras ellos, el paso de la Virgen de los Reyes de San Miguel que servía de altar itinerante a la recién restaurada Virgen de la Paz que a los sones precisamente de la marcha «Virgen de la Paz» recibió los rayos de luz que a esa hora comenzaban a brillar con más intensidad.
Tras la Santísima Virgen, representaciones de casi todas las Hermandades Sacramentales de la Ciudad: Clemencia, Candelaria, Viñas, Amargura, Santo Crucifijo y Desconsuelo, seguidos por una buena representación de hermanos con cirio, muchos de ellos vistiendo el chaqué para finalmente dar paso a la maravillosa custodia que era portada sobre el paso de la Virgen de la Luz, con la inclusión de la magnífica peana del Rosario de Bornos.
En definitiva, una maravillosa mañana de domingo que los cofrades de Santiago supieron regalar a los fieles que se acercaron a las calles del barrio y que confiamos que con el tiempo se consolide como una gran referencia en el ámbito sacramental.