Aunque el verano literalmente llame ya a las puertas de nuestras casas (de hermandad), la frialdad y el devenir cofradiero sigue marcándose en estos días, fundamentado todo, por la gran baza que supone estar en período electoral en muchos de los colectivos capillitas jerezanos.
Todo empezó el viernes en las elecciones de la Amargura, donde a día de hoy parece ser que todo se tenga que repetir. Ninguno de los medios que dieron la noticia de la victoria del bueno de Manolo Cantalejo (incluido este) se percataron de lo que se redacta en la normativa diocesana, que nos dejan siempre las cosas claras como el «agüita» que emana desde los manantiales del Tempul. En este momento que les escribo esto, no hay nada oficial como les digo por parte la propia hermandad. Los resultados en RR.SS. se dispusieron al día siguiente y con un error, que posteriormente se subsanó. Aun así cuando lo pienso, debe de ser poco gobernable una hermandad fracturada en dos. Me da miedo tan solo pensarlo.
Miedo me da también lo que puede ocurrir el próximo viernes tanto en la por la calle Arcos. Está el ambiente que se corta por todos lados. Los procesos electorales cofradieros suelen ser tensos. Pero nos consta que en la corporación, uno de los candidatos ha intentando llegar al acercamiento para caminar juntos en un camino, que al fin y al cabo se convierte en una verdadera montaña rusa. La respuesta fue negativa. Cuando ocurren estas cosas, ¿verdaderamente se busca el bien de la hermandad? ¿O tenemos el ego subido? Veremos por donde sale los movimientos y esperemos que no haya heridos. Las guerras y las batallas suelen dejar muchos muertos.
LO QUE SE CUECE EN LA CALLE
«…atentos a la posible rehabilitación de un importante templo de nuestra ciudad, que puede traer traslado de sede de los mas curioso, aunque lo mejor sería que no tuviera que efectuarse…»
«…cinco horas aproximadamente para la Virgen en la calle el mes de Julio…»
«…que raro que el tema del verano no haya salido ya a la palestra ¿la Carrera Oficial en Aladro? Parece ser que si…»
…las monjas se van del Monasterio y la Parroquia se traslada al actual Convento… echaremos de menos las delicatessen que suelen venderse tras ese torno…»