Juan Antonio Vidal Dorado.- El pasado fin de semana se cerró el año litúrgico con la celebración de la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, y como es costumbre, la Hermandad de la Borriquita celebró su Fiesta Principal y el besapié al Señor. Y por qué digo esto, pues porque nuestras cofradías, como las familias, son una fuente inagotable de la transmisión de la Fe. Y es que la Fe, se transmite con las cosas sencillas y desde la naturalidad, se pasa de padres a hijos, de abuelos a nietos y de tíos a sobrinos con el simple gesto de postrarse a las plantas del que es nuestro Rey. Se pasa de unos a otros llevándolos hasta la Virgen de la Estrella, a la que los pequeños llaman simplemente “la Guapa”, y con un beso lanzado desde la lejanía. A los niños se les debe acercar a las cosas de Dios desde pequeños, cosa que desde siempre pasó en la escuela, porque el llanto de un niño en misa es una bendición del Señor, porque un pelotazo en la puerta de salida de la capilla mientras se reza, es la certeza de que ellos están tras nosotros y nunca abandonarán lo que es nuestro. “Dejad que los niños se acerquen a mi” dijo el Señor, y eso debemos hacer, acercarlos hasta Él, que lo vean sentado en su borriquita y sientan la Fe de sus mayores, que corran en su capilla y la sientan como suya. Es misión de todos seguir transmitiendo la fe a los nuevos que lleguen a casa, bautizándolos, llevándolo por la senda de la Iglesia desde nuestra parcela de las cofradías, e intentando que así mismo, ellos lo vuelvan hacer cuando les toque el turno. Solo de esta manera las cofradías han perdurado desde hace más de quinientos años, porque ese eslabón jamás se ha roto ni en los peores tiempos para los cristianos. Por eso, sintámonos orgullosos de ver a nuestros pequeños con las medallas de nuestras hermandades, signo inequívoco de pertenencia a Cristo, esbocemos una sonrisa de alegría cuando veamos corretear a un niño por el pasillo de la iglesia en plena consagración y no contengamos que se nos empañen los ojos cuando de sus bocas salga un “guapa” cuando se dirijan a la Virgen, porque bien es sabido que de los que son como niños será el Reino de los Cielos.
Ojalá algún día sepa explicarle a mis sobrinos, y a mis hijos cuando los tenga, lo que siento cuando miro a la Estrella y veo reflejada en su mirada el leve chisporroteo de una candelería que se consume cuando se asoma a San Marcos. Esta es la Fe de los sencillos, que Dios nos ayude a transmitirla.