La mañana
Como a la rosa mas delicada, Madre de Dios de las Misericordias fue abriéndose poco a poco paso en la mañana del domingo. La dulzura de su tez morena, se encontró con el rocío de la mañana quiso ser sustituto de la radiante luz solar. Momentos irrepetibles junto al Señor de las Penas, la Hermandad de Santa Marta y el Señor de las Tres Caídas.
Los minutos
Hasta sobró tiempo donde siempre falta. Los minutos, marcados de manera imponente durante toda la jornada fueron los justos y necesarios. La mañana se alargó donde tuvo que ser corta. La tarde fue un suspiro.
El Pontifical
El cierre del Año Jubilar tuvo como base fundamental la Solemne Celebración Pontifical que en el primer templo jerezano, presidió Monseñor Mazuelos. Una idea clara: «la misericordia no acaba aquí, continúa el resto de nuestras vidas».
La noche
El domingo se tornó en ramos de ilusión ante el fulgor de la que es madre nuestra, la madre de Misericordia. No pudo haber mejor cierre de Año Jubilar, que junto a ella, frente por frente a María. Momentos intensos en la Victoria frente por frente a la Soledad.
Los detalles
Debemos hacer reseña al cuidado de cada uno de los detalles que ha tenido la hermandad con la presencia en la calle de su titular. Desde la manera de engalanar la calle Merced hasta el selecto y exquisito repertorio musical escogido. Desde la Coral de San Dionisio hasta la Banda del Maestro Tejera, pasando por la elegancia de la Banda de las Cigarreras que interpretó «Victoria Dolorosa» en la Plaza de San Lucas: momento inigualable.