En un ademán donde se busca el intrafondo cofradiero, queremos llevar a cabo esta serie de crónicas, vistas desde el tiempo que de manera innata nos traslada rápidamente hasta la realidad mas efímera que la actual.
Las vísperas, esas jornadas que gozan del amasijo cofradiero en torno a las nuevas corporaciones y que parece que llegan a su fin, aquel que habla de Carrera Oficial y de palcos, el mismo fin que han disfrutado Sed y Salud de San Rafael este año.
Ese aíre fresco, nos habla de que la Hermandad de Bondad y Misericordia tiene claro lo que quiere: asentarse en su barrio y trabajar para seguir creciendo.
Ha sido este el año en el que la corporación haya realizado su última salida desde de la Iglesia de la Victoria y además -quien sabe- puede que incluso la incorporación a los días pasionales, sea concreta en 2020. Se puede disfrutar con un cuerpo de nazarenos que va subiendo poco a poco en cuanto a número y eso siempre es buena señal. Una de las novedades que nos presentaba la corporación este año, era su nuevo paso, que está siendo realizado por el tallista de Chiclana: Manuel Oliva, siendo la carpintería de Juan García Casas, estrenando así mismo candelabros de guardabrisas, que desde nuestro punto de vista, cierran un poco la escena y quitan protagonismo al Señor.
Ya el Sábado de Pasión, se pudo disfrutar de una jornada de lo mas cómoda, ya que se notaba la falta de las corporaciones integradas ya en Carrera Oficial.
En la barriada de las Torres, se nos muestra el trabajo que llevan a cabo los cofrades de la Salvación, que concluían su conjunto escultórico realizado por Manuel Alejandro Oliveras de Perea. Quizás, le falte a la cofradía algo mas que aportar, puesto que su cortejo es bastante completo, pero en cuanto a imaginería -y no nos referimos a la talla del Señor- le falta un escalón para tener un nivel digno de la Semana Santa de Jerez. La idea es de lo mas interesante, la ejecución no es la esperada. Interesante apuesta que se hace desde la cofradía, por la Banda de la Salud de Córdoba, que interpretó como viene siendo habitual, su repertorio con marchas «épicas».
En Guadalcacín, cada tarde de Sábado de Pasión es jornada grande. La Entrega sigue creciendo, enseñándonos nuevamente la imponente talla del nazareno que Navarro Arteaga gubiara para procesionar por las calles de la pedanía. Como novedades importantes, la del martillo donde se estrenaba Tomás Sampalo y la de la música, con el brillo de las cornetas de las Tres Caídas de Granada. Uno de los aspectos que debemos destacar de la pasada salida, es el incremento de la velocidad de la corporación en la calle, lo que hace que no sea tan cansino el disfrutar de la misma.
Desde la barriada jerezana del Portal, nos siguen mostrando como poco a poco se puede hacer realidad el sueño, de la creación de una hermandad. Despacio y buena letra que se dice. El trabajo de este grupo de jóvenes cofrades, se ve realzado aun mas si cabe, con el siempre gesto contrariado de una barriada que no se caracteriza por ser cofrade. Poco a poco. La Virgen del Carmen será otro impulso para la corporación.
Desde Picadueñas llegaba la Hermandad de la Misión -la mas numerosa de la jornada-, donde se acrecientan las bases de lo que a buen seguro será una cofradía que terminará conectando con el barrio plenamente. La imponente figura del nazareno de Fernando Murciano, hace que todo el que se acerque hasta sus benditas plantas, se enamore perdidamente de la talla. Eso si, si una insignia no está terminada, no se debe sacar a la calle y menos si se trata de algo que se visualiza fácilmente.
El contrapunto del día, lo puso la Hermandad de la Sagrada Mortaja con su esplendor característico. El andar del paso de misterio, nos hace que nos quedemos con ganas de ver y disfrutar la cofradía mas de una vez. Algo difícil quizás. Ojalá se queden mucho tiempo en las vísperas.