Adrián Zurera de la Peña.- Ayer un amigo, de estos que no ves desde hace años y que centenares de kilómetros separan sus vidas, me preguntó acerca de la mía. Lo típico, hasta que se interesa por mi vida espiritual y si sigo creyendo «en ese Dios que parece abandonarnos»; así, tal cual me dijo.
Ante esos reproches dije que sí, sigo creyendo en Él y le solté una parrafada enlazada con pasajes de la Biblia, comparaciones y demás, lo que se suele responder a estos tipos de sentencias que tanto duelen. No le quise ni convencer ni convertir, solo que hablase con más propiedad y con palabras más medidas.
Luego, me respondió con una verdad «este domingo salía un rezo del Rosario o algo así sin imágenes, ¿no?. Pues tengo entendido que no apareció nadie. ¿Dónde están esos creyentes que se enchaquetan? ¿Acaso solo importa una procesión cuando hay imágenes?» Ante eso suspiré, pensé y callé. Tenía razón, en ese Rosario de la Aurora no había nadie en la calle. Caminó la comitiva sola por las adoquines del centro, sola…
Y al final tendrán razón esos que tantos nos critican…
Fotografía tomada de la web hermandaddeldesconsuelo.es